Las órdenes mendicantes y el bagaje cultural de Pedro de Gante

fray Pedro de Gante

Norma L. Vázquez Alanís

El doctor en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México y en Filosofía por la Universidad de Sevilla, España, Antonio Rubial García, presentó un panorama acerca del bagaje cultural de fray Pedro de Gante en el ciclo de conferencias que con motivo del quinto centenario de la llegada de los tres primeros franciscanos a Nueva España, organizó el Centro de Estudios de Historia de México (CEHM) de la Fundación Carlos Slim.

Entre los siglos XIII y XV se estaba dando una evolución de la religiosidad popular, al tiempo que se producía un desarrollo extraordinario de la teología en las universidades, pero paralelamente había surgido no sólo una división de la Iglesia, sino una forma de ver el cristianismo distinta entre el papado y la orden franciscana; el pontificado estaba en decadencia y los religiosos buscaban una crítica fuerte a partir de la pobreza evangélica.

Aún estaba presente la violencia de la guerra de los 100 años y la epidemia de peste negra había ocasionado una gran mortandad, así como una gran decadencia de la sociedad que trajo consigo muchos anhelos de reforma: este es el contexto en el que vivió fray Pedro de Gante, el más destacado de los tres franciscanos que llegaron a la Nueva España en 1523.

En la plática titulada ‘Renovación cristiana. El bagaje cultural de fray Pedro de Gante’, el doctor Rubial García explicó que el franciscano era un conocedor de las obras de Juan Duns Escoto, teólogo de la universidad de Oxford, y de otros frailes que buscaban una mayor comunicación con la divinidad.

Por supuesto conocía todos los argumentos de discusión sobre la Inmaculada Concepción y estaba muy imbuido del tema apocalíptico de que el fin del mundo se aproximaba, pero también estaba empapado del espíritu de la cruzada, pues en su lucha contra las fuerzas demoniacas, el cristianismo tenía presente que esa contienda era un medio para lograr la misión, porque cuando era imposible implantar su credo de una manera pacífica por la predicación, podía utilizarse la violencia.

En este entorno apareció un nuevo sentido religioso conocido como la Devotio Moderna, predicación dirigida a los laicos y basada en que, ante la aproximación del fin del mundo, todos los hombres debían ser cristianos, y los cristianos debían serlo más, según promovía este movimiento que se dio en el norte de Europa y generó una serie de cambios espirituales.

Su base fue libro La imitación de Cristo,de Tomás de Kempis, quien sostenía que el principal valor cristiano era el amor al prójimo, es decir, vivir el cristianismo realizando la caridad con los semejantes; la lectura de la Biblia y los Evangelios formaba parte fundamental de este movimiento.

Refirió el doctor Rubial García que esta idea fue desarrollada por los Hermanos de la vida común, una organización religiosa vinculada a la Devotio Moderna, que crearon escuelas para la instrucción de jóvenes y niños en estos principios de la moral.

Uno de los personajes que impartió educación en esos colegios fue Erasmo de Rotterdam y en ellos se educó fray Pedro de Gante, quien trajo a América esa idea propia del humanismo cristiano y que se desarrolló principalmente en el norte de Europa, en Flandes, en Holanda, en las zonas donde evolucionaba el cristianismo de avanzada o un movimiento que se llamó la renovación cristiana, por eso el título de esta conferencia.

La orden franciscana, fundada en 1209 por Francisco de Asís, tuvo muchos problemas con el tema de la pobreza, pues mientras los más radicales, conocidos como los espirituales, buscaban una pobreza total, los conventuales buscaban una mitigación de esta idea, lo que marcó su historia a lo largo de 200 años.

En el siglo XIII había una gran efervescencia política y cultural, fue un periodo de cambios y en ese ambiente Francisco de Asís comenzó su predicación alrededor de la pobreza evangélica; el tema central de la orden fue regresar al evangelio primitivo, dijo el doctor Rubial García.

Órdenes mendicantes propiciaron la construcción de una era global

Para el siglo XV las órdenes religiosas ya estaban bien establecidas porque formaban parte de las políticas del papado, pero esto trajo consigo una división en la orden franciscana, los más radicales apoyaron a las facciones contrarias al papado cuando éste se fue a Aviñón, Francia, y en cambio los conventuales comenzaron a hacer concesiones pues necesitaban dedicarse  al estudio, ya que tenían la idea de que los mejores cargos estaban en manos de aquellos que sabían teología y por lo tanto la mendicidad pasaba a un segundo término, y esa era una actividad que hacían los hermanos legos, no tanto los sacerdotes.

Las órdenes mendicantes fundadoras, franciscanos y dominicos, cuya creación autorizó el papa Inocencio III, tuvieron un papel muy importante en el contexto del desarrollo de la teología, la retórica y por supuesto de la construcción de lo que puede llamarse una era global, explicó el ponente.

Fueron instituciones muy importantes desde el punto de vista social y las primeras organizaciones internacionales con un sentido universalista. Santo Tomás de Aquino, que era italiano, fue discípulo de un alemán llamado Alberto Magno en una orden religiosa creada por un español, santo Domingo de Guzmán, y estaba como maestro en la universidad de París.

Esa orden fue ejemplo de internacionalidad e igual pasó con los franciscanos, que tenían miembros desde Inglaterra, Escocia, Irlanda y Polonia, hasta Portugal y Sicilia, es decir, casi todos los países europeos estaban representados en estas instituciones.

Y a instancias del papado, esas órdenes religiosas comenzaron a introducirse en las universidades recién creadas y pronto se convirtieron en los principales maestros en las facultades de Teología. Entre los dominicos figuraba santo Tomás de Aquino; por los franciscanos, san Antonio de Padua y san Buenaventura. Hubo una gran cantidad de teólogos expertos que lograron monopolizar las cátedras universitarias.

Incluso fueron esas órdenes las primeras en conformar lo que se ha llamado la revolución de la comunicación audiovisual, gracias al arte de la palabra: la retórica, el discurso y la oratoria; franciscanos y dominicos fueron los principales difusores de los mensajes a las masas a través del teatro evangelizador y del instrumento básico de predicación, los sermones, así como de las imágenes que exponían en sus iglesias como retablos, murales y pinturas devotas. Los objetos sagrados como medallas o rosarios comenzaron a difundir un nuevo sentido muy visual y adaptado a las masas.

El doctor Rubial García precisó que a través de las órdenes mendicantes, todas esas masas que no estaban todavía muy bien cristianizadas porque no había quien las instruyera en las verdades de la fe, comenzaron a recibir esta comunicación.

Dos siglos antes de que Gante viajara a América, ya los franciscanos andaban buscando misiones en el mundo. Uno de estos emisarios fue el flamenco Wilhelm von Rubroueck, que en el siglo XIII fue enviado por el rey Luis IX para evangelizar a los mongoles y escribió un Itinerarium, que luego utilizó otro franciscano, Roger Bacon, en su Opus Maius, una enciclopedia sobre el mundo conocido, y varios pontífices enviaron misioneros franciscanos a la corte de Gengis Kan.

Todo esto lo conocía Pedro de Gante desde Flandes, porque había un fuerte contacto entre esa región y toda la zona norte de Europa donde se desarrollaba una intensa actividad comercial, manufacturera y cultural con Castilla, así que muchos de los textos de la Devotio Moderna se leían traducidos al castellano, lengua común entre ambos lugares. Por eso Gante estaba muy relacionado con lo que pasaba ahí, pero además porque Carlos V, el heredero de Isabel y Fernando, tuvo un papel determinante en esta idea franciscana.

Por último, el doctor Rubial García comentó que la orden franciscana tenía una gran diversidad de intereses, en especial por las lenguas y desde el siglo XII mostraron interés en estudiar las lenguas orientales. En Cataluña, franciscanos y dominicos tenían escuelas para aprender árabe, también muchos franciscanos quisieron estudiar el hebreo y eso propició que en América estuvieran tan interesados en abrirse a los estudios de las lenguas indígenas.

Fray Pedro de Gante tenía como lengua madre el flamenco, que es una variante dialectal del alemán, una lengua germánica, pero hablaba fluidamente el latín y el francés porque es una zona de influencia francófona y muy probablemente aprendió el castellano y el náhuatl, así que era un hombre plurilingüe.