La histórica lucha por el descubrimiento de Neptuno entre Francia y Reino Unido

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El 23 de septiembre de 1846 se conmemora el descubrimiento de Neptuno, el octavo y más lejano planeta del sistema solar. Este hito astronómico no solo amplió nuestro conocimiento del cosmos, sino que también desencadenó una feroz competencia entre Francia y Gran Bretaña por el reconocimiento del hallazgo.

La historia comienza en 1821, cuando el astrónomo francés Alexis Bouvard publicó sus tablas astronómicas sobre la órbita de Urano. Las observaciones de Bouvard revelaron perturbaciones significativas en la trayectoria de Urano, lo que lo llevó a postular la existencia de otro cuerpo celeste que influía en su órbita.

En 1843, el británico John Couch Adams realizó cálculos detallados para determinar la órbita de este hipotético octavo planeta, basándose en las anomalías observadas en Urano. Adams envió sus cálculos a Sir George Airy, el Astrónomo Real, quien solicitó información adicional. Sin embargo, Adams nunca llegó a enviar su respuesta final.

Mientras tanto, el astrónomo francés Urbain Le Verrier también trabajaba en la predicción de la posición de Neptuno. En 1846, Le Verrier publicó sus propios cálculos y contactó al astrónomo alemán Johann Gottfried Galle, quien, siguiendo las indicaciones de Le Verrier, localizó Neptuno la misma noche del 23 de septiembre de 1846.

Paralelamente, el británico John Herschel promovió el enfoque matemático de Le Verrier y persuadió a su compatriota James Challis para que buscara el planeta. A pesar de sus esfuerzos, Challis comenzó la búsqueda en julio de 1846 y, aunque realizó observaciones previas en agosto, no logró identificar Neptuno a tiempo.

 

La rivalidad nacionalista

El descubrimiento de Neptuno desató una intensa rivalidad entre Francia y Gran Bretaña. Ambos países reclamaron el mérito del hallazgo, argumentando que sus respectivos científicos habían sido los principales responsables de la predicción y localización del planeta. Esta disputa reflejaba el fervor nacionalista de la época y la importancia estratégica del reconocimiento científico.

Finalmente, la comunidad internacional reconoció la contribución conjunta de Le Verrier y Adams en el descubrimiento de Neptuno. Posteriormente, se descubrió que Galileo había observado el planeta en 1612, aunque lo confundió con una estrella, lo que añadió una nueva capa de complejidad a la historia del planeta más lejano del sistema solar.

El hallazgo de Neptuno no solo confirmó las teorías gravitacionales de Newton sobre la influencia de cuerpos celestes, sino que también destacó la importancia de la colaboración y la competencia en el avance de la ciencia. A 178 años de su descubrimiento, Neptuno sigue siendo un recordatorio de cómo la curiosidad humana y el espíritu competitivo pueden llevar a grandes logros científicos.

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