300 mdp destinados por el ejército para drones anticrimen

En respuesta a los ataques de «narcodrones», el Ejército Mexicano ha invertido masivamente en tecnología de vigilancia.

300 mdp destinados por el ejército para drones anticrimen

En una carrera contra el tiempo y la tecnología, las Fuerzas Armadas de México han incrementado su arsenal con drones y aeronaves no tripuladas, invirtiendo casi 400 millones de pesos en los últimos dos años para combatir la creciente amenaza de los «narcodrones». Estos dispositivos, utilizados por cárteles como el Jalisco Nueva Generación y la Familia Michoacana, representan una nueva frontera en la guerra contra el narcotráfico.

 

El uso de drones equipados con explosivos por parte de los cárteles ha transformado el campo de batalla en estados como Guerrero, Jalisco y Michoacán, donde comunidades enteras han sido atacadas desde el aire. Estos ataques no solo apuntan a individuos o grupos rivales, sino que también buscan desplazar comunidades enteras de áreas estratégicas para el tráfico de drogas.

 

Ante esta amenaza, la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y la Secretaría de Marina han gastado sumas significativas no solo en adquisición, sino también en el mantenimiento de drones y aeronaves no tripuladas. Estos sistemas se emplean en operaciones de vigilancia y protección del territorio nacional, así como en apoyo a emergencias y desastres naturales.

 

El crimen organizado ha mostrado una capacidad notable para adaptarse y utilizar tecnologías avanzadas. La situación se ve agravada por la facilidad con la que las armas y tecnologías pueden adquirirse, especialmente desde Estados Unidos, lo que ha llevado al gobierno mexicano a proponer regulaciones más estrictas para el uso de drones.

 

Sin embargo, expertos como Víctor Hernández, director de Formación en México Unido Contra la Delincuencia, argumentan que la regulación de drones no es una solución en sí misma, sino que es necesario abordar problemas más amplios como el tráfico de armas.

 

Rodolfo Basurto, presidente de la Red Nacional de Profesionistas en Seguridad Pública, señala que el crimen organizado ha superado tecnológicamente a las fuerzas del orden, que a menudo carecen de los recursos y la capacitación necesarios para hacer frente a estos desafíos modernos.