Puebla Se Planta Firme Contra la Delincuencia: «No Habrá Puerta Giratoria», Afirma Armenta
En una muestra de firmeza y compromiso, el gobernador de Puebla, Alejandro Armenta, anunció que no habrá impunidad para los delincuentes en el estado. Durante una reunión de seguridad con su gabinete y autoridades municipales, Armenta subrayó la unidad de los tres poderes del estado para actuar contundentemente contra el crimen organizado.
En la Ciudad de Puebla, el ambiente era de seriedad y determinación mientras el gobernador Alejandro Armenta presidía una mesa de seguridad. Con un tono que no admitía dudas, Armenta declaró: “En Puebla no debe haber puerta giratoria por parte del Gobierno del Estado”. El mensaje era claro: la justicia no se negociaría, y el combate a la delincuencia sería una prioridad innegociable.
La mañana estaba impregnada de la urgencia de la situación. En la sala, rostros conocidos del gabinete poblano y representantes municipales escuchaban atentamente. Armenta, con un gesto de autoridad, subrayó la colaboración necesaria entre todos los niveles de gobierno. “Aquí nadie se puede hacer a un lado de lo que corresponde”, insistió, refiriéndose al seguimiento y acción contra los grupos delictivos.
La reunión no solo era una formalidad; era el reflejo de una alarma que había sonado tras la reciente visita de la presidenta Claudia Sheinbaum a Puebla. Durante ese encuentro, se había pactado una estrategia conjunta para asegurar la tranquilidad de los poblanos. La conversación había sido directa, y los resultados esperados eran acciones concretas y efectivas.
Con la presencia de figuras como Samuel Aguilar, Secretario de Gobernación, y el Vicealmirante Francisco Sánchez, Secretario de Seguridad Pública, la mesa de seguridad se convirtió en una plataforma de decisiones. Cada uno de los presentes sabía que sus acciones serían escrutadas por una sociedad ansiosa de paz y seguridad.
El gobernador no dudó en remarcar la unidad de los poderes judicial, ejecutivo y legislativo. “Tenemos una sola ruta, actuar contundentemente”, afirmó, dejando claro que la lucha contra la delincuencia sería una batalla en la que todos estarían involucrados. La coordinación con la fiscalía era vital, y Armenta lo sabía bien.
José Chedraui, el presidente municipal, asentía con gravedad. La responsabilidad de mantener la seguridad en la capital poblana pesaba sobre sus hombros, y la alianza con el estado era fundamental. El delegado federal de Bienestar, Rodrigo Abdala, también presente, entendió la magnitud del compromiso que había que asumir.
El aire en la sala era denso, cargado de la promesa de una acción que no solo se quedaría en palabras. Armenta, con su discurso, no solo estaba enviando un mensaje a los delincuentes, sino también a los ciudadanos, asegurándoles que el gobierno de Puebla estaba al pie del cañón, dispuesto a devolver la tranquilidad a sus calles.
A medida que la reunión llegaba a su fin, la sensación era de haber sellado un pacto, no solo entre los presentes, sino con cada ciudadano de Puebla. La lucha sería larga, pero la determinación estaba puesta, y con ella, la esperanza de un cambio tangible en la seguridad del estado.